jueves, 27 de marzo de 2008

INVASION DE IRAK

Cinco años pasaron ya desde que Bush, Blair y Aznar decidieron masacrar a un pueblo, al pueblo iraquí.

Aquella madrugada de marzo, el primer sentimiento fue de incredulidad. Incredulidad ante la salvaje invasión perpetrada por unas personas que se dicen demócratas y creyentes.

Nunca podré olvidar el sonido intenso y profundo de los misiles, de las bombas al impactar, sabiendo que eran causa de muerte y destrucción. Muerte y destrucción que contemplaba horrorizada al visitar alguno de los lugares receptores de las explosiones, con restos humanos diseminados por doquier.

Dolor, rabia e impotencia al visitar, cada día, los hospitales, llenos de heridos, de muertos.

Cinco años después la tragedia humana sigue su curso, con más de un millón de personas muertas, con un paro de más del 50% de la población activa, con condiciones de vida denigrantes, viviendo en la extrema pobreza, sin agua potable y con un deficiente suministro eléctrico. Malnutrición infantil y un sistema de salud y de enseñanza desmoronado. Más de dos millones de personas desplazadas hacia Siria y Jordania.

La catástrofe humanitaria continúa.

Esperemos que las instancias jurídicas internacionales procedan, lo antes posible, a exigir las responsabilidades pertinentes a los causantes de esta situación.

lunes, 24 de marzo de 2008

TARIFAS ELECTRICAS

Soy una anciana jubilada, con residencia en Quirós, un concejo de alta montaña y donde, en invierno, hace frío. La casa en la que vivo, sola, es antigua y para calentarla, aparte de la energía eléctrica, necesita carbón y leña.

El último recibo de la luz asciende a 245,27 euros, de los que 10,32 euros corresponden a recargo por exceso de consumo, recargo aplicado en virtud de lo dispuesto en el Anexo I del Real Decreto 3860/2007, de 28 de Diciembre (B.O.E. 29.12.07), por el que se establece la tarifa eléctrica para 2008.

Quisiera hacer llegar esta consideración al Gobierno. Soy consciente de que vivimos en un régimen de capitalismo salvaje, donde determinadas empresas tienen fabulosas ganancias, pero lo que no parece lógico es que sea precisamente un gobierno socialista el que autorice, mediante Decretos, unas tarifas y recargos que perjudican a los ciudadanos más necesitados.

viernes, 21 de marzo de 2008

Apuntarse a un bombardeo


Dirigida por Javier Maqua.
España, 2003, 93 min.

Bárzana (parroquia del concejo de Quirós, Asturias), casa de Teresa Tuñón, una de los dos brigadistas de Asturias que permanecieron en Bagdad durante la guerra. Allí se han ido Javier Maqua, Willy Toledo (el actor de "Siete vidas" o "El otro lado de la cama", que esta vez ejerce de productor junto a Geno Cuesta) y Maxi Rodríguez (autor teatral, actor y guionista) para documentar la historia de esos días excepcionales por boca de su protagonista. El reencuentro, con fabada incluida, de Tere y sus compañeros y compañeras de causa, las películas caseras que rodaron durante los bombardeos en la capital iraquí, los recuerdos, el miedo y la solidaridad, el valor...

Retazos


Por José Luis Coro Morán y María Teresa Tuñón Álvarez.
KRK ediciones. Oviedo, 2000.

Retazos son diferentes historias vividas por personajes comunes, más que relatos de ficción, parecen el día a día de tantos anónimos.

Paté de morcilla

Ingredientes:

• 350 gr. de morcilla asturiana
• 400 ml. de nata líquida
• 4 huevos


Elaboración:

La morcilla se cuece, pinchándola para que no reviente. Se quita la piel y se mezcla con la nata y los huevos hasta que resulte un revuelto homogéneo. Se dispone en un molde rectangular, untado con mantequilla y pan rallado. Se pone al horno al baño maría a unos 180º hasta que cuaje perfectamente. Se sirve caliente presentándolo en lonchas gruesas. Cuidar la sal pues la morcilla ya aporta.

Plata

Por TeresaTuñón.
Mención especial IV Concurso de microrrelatos mineros Manuel Nevado Madrid.

Wenceslao llevaba dos semanas enfermo, postrado en la cama, aquejado de una fiebre altísima y fuertes dolores de vientre que lo mantenían alejado de su trabajo en las entrañas de Cerro Rico en Potosí, la ciudad más alta del mundo. Una ciudad llena de belleza en sus empinadas calles, con casonas, iglesias, palacios y monasterios. Una belleza que Wenceslao nunca supo ni pudo apreciar inmerso como estaba en arañar las entrañas de la mina para poder llevar el sustento a la especie de choza que servía de hogar. Con un niño de doce años y una nena de diez, su mujer, Lucrecia, aportaba algún boliviano a la economía familiar vendiendo amuletos en un trozo de acera del Mercado de la brujería.

Su enfermedad, Wenceslao estaba seguro, era cosa del Tío, ese diablo de la mina a quién debían guardar pleitesía todos los trabajadores y era obligado ofrendarle cada día hojas de coca, tabaco y alcohol para que les facilitase el trabajo y ayuda para encontrar la veta mejor y más fácil de arrancar de las entrañas del Cerro. Fueron los españoles quienes crearon la figura de ese demonio de las minas, con objeto de obligar a los indígenas a trabajar sin descanso.

El día que Wenceslao se desplomó, retorciéndose de dolor, encima del mineral que estaba cargando en la carretilla, no había realizado la habitual ofrenda de coca, alcohol y tabaco al Tío. Estaba enfadado con él. Hacía va un tiempo que, los esfuerzos que realizaba la cuadrilla de la que él formaba parte, no obtenían los resultados esperados. El dinero que recibían era menguado. Apenas les daba para sobrevivir.

La mañana de aquel martes despertó sin dolor. Ni rastro de fiebre. Una energía inusitada lo invadía. Ágil, se levantó de un salto y, vistiéndose a toda prisa, corrió veloz hacia la mina, no sin antes pararse en el Mercado de Mineros a comprar los presentes para el Tío. Al ofrecérselos, a Wenceslao le pareció ver, en el horrible rostro del diablo, una sonrisa. Parecía que sus pies, más que tocar el suelo, volaban, camino de la galería. De repente, una intensa luz lo deslumbró. Ante sus ojos tenía la más increíble y fabulosa veta de plata que el Cerro Rico de Potosí había dado nunca. Por fin su vida iba a cambiar. Tendrían una casa con agua corriente, su mujer dejaría de vender amuletos, sus hijos podrían estudiar y tener una vida mejor.

Los asistentes al velatorio miraban con asombro la expresión de felicidad en la cara de Wenceslao. No podían comprenderlo después de haber pasado dos semanas retorciéndose de dolor y consumido por la fiebre. Tenía también los brazos ligeramente elevados y las manos como intentando agarrar algo. Al enfriarse el cuerpo, de su vientre comenzó a salir una especie de humo que, elevándose, iba tomando la apariencia del Tío. Y pareció escucharse una carcajada estentórea que estremeció a los presentes.

Nevada en Quirós III


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Nevada en Quirós II




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Nevada en Quirós




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Títulos de las fotos de Bolivia

Fotos de Bolivia VII




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Fotos de Bolivia VI




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Fotos de Bolivia V




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Fotos de Bolivia IV




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Fotos de Bolivia III




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Fotos de Bolivia II




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Fotos de Bolivia I




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