Los años pasan, ya voy para ochenta y tres, y el mundo va a peor.
La caída del Muro de Berlín, que todos celebramos, tuvo como consecuencia más hambre y miseria para el Tercer Mundo, tan necesitado de ayuda y solidaridad, y que el Bloque Socialista se encargaba de paliar en alguna medida.
Lo trágico es que los muros siguen proliferando, estableciendo barreras entre los seres humanos: muros contra los refugiados que huyen de la barbarie de la guerra, muro de Israel, encerrando a los palestinos, el muro de Trump para aislar a Méjico, los de Ceuta y Melilla y no olvidemos los inmateriales, pero no menos patentes: las religiones, las culturas, las razas, el dinero. ¡Un horror de Mundo!
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