miércoles, 23 de mayo de 2012

Aceitadas zamoranas

Una taza de azúcar
Una taza de aceite
Tres huevos, dos enteros y una yema, (reservar la clara)
Mezclar bien todo y añadir harina, como medio kilo abundante,  hasta que quede una masa manejable.
Se hacen bolas como albóndigas, colocando en placa de horno, se pintan con la clara reservada y se llevan a horno, a 180º unos quince o veinte minutos, hasta que estén doradas.

viernes, 18 de mayo de 2012

Sobra el Parlamento

Es evidente que el Parlamento está de más. El PP gobierna con "Decretazos Contundentes" en detrimento de los ciudadanos. Nada de debates. ¿Para qué?. Lo que decían de gobernar para todos, rápido quedó en el olvido.

domingo, 13 de mayo de 2012

Canciones de una vida

Hay música, canciones, melodías que marcan momentos vividos y que se recuerdan  durante toda la existencia. Son anodinas, nada dicen, pero fueron escuchadas en momentos determinados, con un estado de ánimo receptivo a la letra o a la armonía de la composición. Al volver a escucharlas se rememoran días de vino y rosas, momentos de placer, caricias de piel, el primer beso, aquél campo de amapolas, noches de luna llena, amaneceres y crepúsculos...tristezas.

Unas ostras para la resaca y, al atardecer, una canción que escuchaba por primera vez. El corazón bailaba al oír a la intérprete:"si tu eres mi hombre y yo tu mujer, dondequiera que estés, amor, contigo estaré. Dos seres abrazándose en una misma piel. Mi cuerpo es casi tuyo, tu cuerpo es casi yo...". Esas estrofas reflejaban la noche, noche de vino y rosas en un pueblo de la Costa Cantábrica. Noche que recordaba, a lo largo del tiempo, cada vez que volvía a escuchar la canción. La edad, sólo es una cifra. cuerpos que se atraen, pieles que se juntan, caricias.



La "Leyenda del beso" siempre estuvo asociada a su primer amor, un amor intenso, profundo, compartido, pero platónico. Se enamoraron de niños, con un amor lejano, de miradas intensas, de buscarse con los ojos en la distancia, de escribirse notas en clave. 

Una noche, con la luna en cuarto creciente, sentados en una piedra, al borde de la carretera, sin besos, sin caricias, prometieron recordarse siempre que escuchasen esa melodía, el intermedio de "La Leyenda del beso". Ella cumplió la promesa hasta el último día de su vida.



Hacía algunos años que se sentía  muerta en vida, muerta por dentro. Cada mañana, al despertar, pensaba: otro día de condena, la condena de vivir. Tenía que aparentar una normalidad para no mostrar el dolor que, como un tatuaje, marcaba su alma. Guardaba sus angustias muy dentro, sólo para ella.

Las cosas pasan porque tienen que pasar. Sin más. Algo sucedió, un festín de piel, un regalo de los dioses, que le devolvió la sonrisa y le hizo sentirse viva en algunos momentos. Y, una canción: " Pienso que ya llegó la hora, que dentro de un momento te alejarás al fin... sólo me queda la esperanza que como el viento al humo, te aparte ya de aquí... Y es que me da igual, a mí ya nada, nada me importa. Todo tiene su fin".



Balcón del Ayuntamiento. La mirada fija en sus ojos y empezó a cantar: "Anoche soñé contigo y soñé que te besaba, que te di un beso tan fuerte que, al juntarse nuestros labios, sentí el frío de la muerte...".

Y sus labios se juntaron y fue el padre de sus hijos. Una sola vez, muchos, muchos años más tarde, volvió a escuchar esa canción.



Una relación epistolar tiene fiel reflejo en la canción de Sabina "Peor para el sol":" Un amante discreto que se atreva a perderme el respeto...si  me quitas con arte el vestido, te invito a champán..en mi caso no hay nada prohibido, pero no vayas a enamorarte, con el alba tendrás que marcharte, para no volver, olvidando que me has conocido....hay caprichos de amor que una dama no debe tener..."



La composición de Juan Pardo "Otra vez" refleja una vivencia:

"Otra vez leí tus cartas y después volví a beber, rebuscando entre mis fotos, otra vez. Y otra vez soñé en voz alta con tu cuerpo amándome y me encontré despierto al alba... otra vez... Ya no sé si es día o noche, ni tampoco quién es quién, sólo sé que no me llamas ...otra vez... Y que sufro y que te quiero porque en casa está el silencio...otra vez...Empecé a pintar la casa por si venías a comer y te escribí un montón de versos...otra vez... Y en el cristal de la ventana me miraba hablándote, sin querer casi te odiaba...otra vez...Ya no sé cuando te fuiste, si hace un año o fue ayer, sólo sé que no me llamas ...otra vez...Necesito tu mirada y tu cariño aquí en mi piel, porque en casa está el silencio, desde ayer.  Necesito tu mirada...ya lo ves...



Música clásica siempre. Con frecuencia, Réquiem de Mozart, Gregoriano y Réquiem de Verdi.