lunes, 21 de septiembre de 2009

Salvoconducto

Salvoconducto. Penosos recuerdos.


Cuando se habla de la Dictadura de Franco, la mayoría de los jóvenes se muestran escépticos. Exageraciones, comentan, o bien piensan: “batallitas de la abuela”.

Ni exageraciones ni batallitas. La realidad fue triste y penosa. Nadie podía desplazarse libremente. Para salir del concejo, de la provincia, era necesario solicitar un salvoconducto en el cuartel de la Guardia Civil, si el desplazamiento era fuera del municipio y, si deseaba o necesitaba viajar a otra provincia, debía pedirse en el Gobierno Civil. Eso sí, había que dar una serie de explicaciones y cumplir los requisitos exigidos. Y todo esto no suponía que el permiso, el salvoconducto, fuese concedido.

Fueron años de miedo que, los nacidos en aquella época, veíamos natural. Los mayores no hablaban, por temor a las represalias del Régimen. En la escuela, al entrar y salir, se cantaba el Cara al Sol y se rezaba. Los maestros republicanos habían sido fusilados, exiliados o represaliados. Los que impartían clase eran afectos al Régimen y sólo podían hablar de Religión y de que “España es una unidad de destino en lo universal”, entelequia que no se comprendía muy bien su significado.

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