jueves, 25 de septiembre de 2008

El Líbano

E L L I B A N O




Una herida abierta y sangrante





El Líbano es sol y nieve, es mar y montaña, es un trozo de tierra bañada por el Mediterráneo.

Este pequeño país guarda la historia desde hace diez milenios. Se cuenta que allí vivió Noé, en La Bekaa y allí elaboró su vino, según nos cuenta la Biblia. Habitaron, también en la zona, Abraham, Caín y Adán, su padre.

Viñedos, granjas, ríos y cascadas que descienden desde las montañas a las llanuras componen valles, que son vergeles exuberantes, esmeraldas teñidas en una variada gama de verdes.

Su situación geográfica hizo que se asentasen en el territorio emigrantes y conquistadores dejando testimonio de su estancia en cada rincón del territorio. Los fenicios, con sus sarcófagos, los templos romanos, castillos de los Cruzados y mezquitas construidas por los Mamelucos se pueden encontrar por todo el país.

Los trámites del visado se solventan en el aeropuerto de Beirut pagando diecisiete euros por una estancia de catorce días. Mil seiscientas libras libanesas por cada euro es lo que dan en la oficina de cambio del aeropuerto, cuando la cotización anda por las mil novecientas.

Los taxistas, como casi en todas partes, cobran de más y tratan de llevar a los turistas a los hoteles donde les dan comisión.

Beirut, cristiana y musulmana, con tanques patrullando las calles, soldados y policías armados hasta los dientes que, en cualquier calle y en cualquier momento, registran minuciosamente bolsos y personas tiene, a lo largo de dos kilómetros de costa, un precioso paseo, La Corniche, donde, apenas amanece, ya está lleno de gente, caminando o corriendo. Musulmanas totalmente cubiertas o mujeres de toda edad en pantalón corto y camiseta de tirantes.

Beirut es una ciudad llena de rincones con encanto. Lo reconstruido después de la barbarie, está quedando precioso. Edificios de cuatro o cinco alturas, no más, pintados en color arena. Calles limpias, algunas con flores, y el ambiente, aparentemente, relajado. Hay también montones de edificios que, al igual que en todo el país, están unos destruidos por los bombardeos israelíes y otros llenos de impactos de proyectiles, consecuencia de las luchas intestinas y también de los varios atentados de dudosa autoría.

Por todo el país hay carteles con la imagen de Hariri, ex-presidente asesinado hace poco tiempo en un atentado que algunos quieren achacar a los sirios. Sus partidarios quieren hacerlo perdurar en la memoria como un mártir. Cuentan que era uno de los hombres más ricos del mundo y su muerte fue debida a cuestiones de blanqueo de dinero, mucho dinero. Un ajuste de cuentas. Pertenecía a un clan rico y poderoso.

Los edificios religiosos están todos protegidos por bloques de cemento, unidos por gruesas cadenas, para que no pueda aparcar vehículo alguno cerca de ellos.

Importantes son, la Universidad Americana y el Museo Nacional.

En el Instituto Cervantes, la presentación de un libro, El Decano, resumen de los más de treinta años que Tomás Alcoverro, corresponsal de La Vanguardia, lleva viviendo en Beirut, y siendo testigo directo de las convulsiones y avatares acontecidos en todo Oriente Medio.






TRIPOLI


Trípoli es la segunda ciudad y capital del Norte, a 85 kilómetros de Beirut. Ya era conocida en el siglo XIV antes de Cristo. A principios del siglo IX antes de Cristo los fenicios establecieron allí una zona comercial que, en época de los persas se convirtió en centro federativo de tres ciudades. Fue importante base naval en la Era Helénica. Un seísmo, seguido de un maremoto, frenó su desarrollo en el 551, época bizantina. En 1109, ocupada por los Cruzados, éstos destruyeron edificios y miles de volúmenes de la famosa biblioteca “Dar el-Elm” (la casa de la ciencia).

El Castillo de Trípoli, o Castillo de San Ginés domina toda la ciudad. Fue objeto de sucesivas restauraciones. Una construcción octogonal de la época fatimita fue transformada en iglesia por los Cruzados. Hubo modificaciones, en los lados norte y sur durante el período Mameluco. También se hicieron reformas en la época otomana a comienzos del XVI.

La Madrasat al Kartawiat, del XIV, está considerada como la escuela ornamentada más hermosa de Trípoli. El portón de su entrada está adornado con estalactitas y una cúpula abovedada luce dentro del recinto.

El Jankah, construido en la segunda mitad del siglo XV para acoger a los sufís, fue transformado en un asilo de ancianos. Tiene un patio a cielo abierto con una fuente central, rodeada de habitaciones pequeñas.

Los baños públicos también son de interés, sobre todo el Hamman al Yadid, que está considerado uno de los más grandes y lujosos de la ciudad.






VALLE DE LA BEKAA




El Hotel Palmira, en Baalbeck, ubicado justo enfrente de las ruinas romanas, dispone de dos edificaciones, una moderna y otra antigua. En ésta se alojaron, durante la Segunda Guerra Mundial, el general De Gaulle con otros militares. También Cousteau y gente de la realeza europea disfrutaron de este edificio, un tanto decadente y deteriorado que tiene un encanto especial. Se puede disfrutar de momentos de relax en la terraza, frente a las ruinas romanas y, como fondo, las montañas que aún lucen nevadas.

Al recorrer la ciudad y encontrar tantos edificios derruidos por los bombardeos y los atentados cabe meditar en lo injusto, absurdo, cruel, tremendo, inútil e innecesario de las guerras. Y eso solo contemplando los efectos en las construcciones. Lo peor está en las vidas perdidas. Hombres, mujeres y niños que ven segada su existencia por los intereses de americanos, israelíes y otros pueblos beligerantes. Están también las luchas religiosas que, en nombre de Dios, Alá, Jehová, Visnú, o cualquier otra denominación, masacran y aniquilan cuanto se les pone por delante, sin pararse a pensar por un momento que son seres humanos que nacieron en un lugar y en unas circunstancias de las que no son responsables ni tienen culpa por tener unas creencias determinadas.

Las ruinas romanas son impresionantes. El emperador Augusto comenzó la dominación de Beirut y Baalbeck en el año 15 antes de Cristo, haciéndo que esta última ciudad reflejara el esplendor del imperio romano. Así empezó a erigirse el templo de Baalbeck, considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo. Tres siglos y medio llevó su construcción. Las seis columnas, de veintidós metros de altura son la representación indiscutible de Baalbeck. Demuestran, con sus bases de gran tamaño, las dimensiones que tuvo el monumento.

El Gran Templo de Júpiter, uno de los tres principales, constaba de cuatro partes: la entrada monumental o propileos, un patio hexagonal que, en una etapa posterior fue cubierto con una cúpula de bronce bañada en oro, un gran patio, y finalmente el Templo, propiamente dicho.

El pequeño templo, llamado Baco, está en buen estado de conservación. Los rituales del culto consistían en beber vino y tomar droga, como el opio, utilizados por los fieles para alcanzar el éxtasis.

El Templo de Venus, también llamado Redondo, es una joya de la arquitectura romana. Dedicado a honrar los dioses de Baalbeck fue modificado en la época bizantina para una iglesia dedicada a Santa Bárbara, patrona de la ciudad.





BIBLOS


A treinta y siete kilómetros, al norte de Beirut, está la ciudad costera de Biblos. Está considerada como una de las ciudades más antiguas del mundo y uno de los pocos lugares habitados desde su fundación hasta nuestros días. Sus orígenes datan de finales del sexto milenio antes de Cristo. En la antigüedad fue conocida como país de Canaan. Las excavaciones realizadas en el lugar dan testimonio de su importancia.

A finales del segundo milenio antes de Cristo, los escribas de Biblos, inventaron un nuevo sistema de escritura por medio de símbolos fonéticos. Fue un acontecimiento revolucionario en el sistema de escritura sobre todo cuando lo adoptaron los romanos y los griegos.

Entre los restos arqueológicos destaca la fortaleza persa con sus murallas, testimonio de su sistema defensivo.

A principios del siglo XII la ciudad fue tomada por los Cruzados y se construyó la famosa fortaleza o castillo con piedras y materiales extraídos de antiguas arquitecturas.

Un personaje de Biblos es Pepe, el pirata. Único y polifacético, hijo de mejicana y libanés, dueño de un restaurante cuyas paredes lucen cubiertas de fotos con los famosos que por allí pasaron. Un anciano decrépito, sentado entre la clientela, que, coqueto, se quita las gafas cuando le hacen fotos.






SIDON



Restos de culturas sucesivas que, desafortunadamente, van destruyendo en el curso de sus seis mil años de historia, lo que hicieron los anteriores.

Adentrado en el mar, enfrentado al viento, está el castillo de la época de los Cruzados.

La Posada, con sus jardines que dan al mar, la Gran Mezquita, madrazas, casas de baños y las fascinantes tiendas antiguas son varios de los encantos de Sidón, un lugar precioso, con muchos establecimientos frente al mar donde no es posible degustar una cerveza. No sirven alcohol.


Beirut, mayo de 2006

Pocos días después volvería la barbarie, la destrucción y la muerte.

1 comentario:

lauritalafantastica dijo...

maadre, esto ye muy largo pa leer en el trabajo, cómo no nos lo das por fascículos???
con tiempo, me pondré.