viernes, 21 de marzo de 2008

Bolivia, esa desconocida

Por Teresa Tuñón.

E L C H E

“Por esta puerta salió un hombre a la eternidad”, así reza escrito en la jamba de la puerta de “La Escuelita”, en el pequeño pueblo de La Higuera, Vallegrande. Allí, encerrado, pasó la noche de su captura el Doctor Ernesto Guevara de la Serna, conocido como el Comandante “Ché” Guevara y, al día siguiente, nueve de octubre de 1967, al mediodía, fue asesinado. Durante las veinticuatro horas que estuvo cautivo, hubo intentos de interrogatorio, sufrió vejaciones por parte de algunos militares, largas conversaciones con Prado y, cuando por la mañana, llegaron en helicóptero un agente de la CIA y un comandante de la Octava División, mantuvo un enfrentamiento verbal con ambos.

En esa mañana, lo sacaron de la Escuelita para hacerle, al menos, dos fotografías, una publicada a los veinte años de ser tomada, en el libro de Saucedo “No disparen, soy el Ché”. La otra, la sacó Félix Rodríguez y él mismo la publicó, a los veintidós años, en su libro “El guerrero de las palabras”. Ambas son imágenes tomadas poco antes de su ejecución.

Fue ametrallado por el sargento Terán que cumplía órdenes del gobierno de Bolivia y éste a su vez de la Agencia Central de Inteligencia norteamericana (C.I.A.). La única consigna clara que Terán recibió de sus superiores para llevar a término el asesinato del Ché, fue no disparar al guerrillero en la cara. La C.I.A. lo quería muerto y bien muerto, pero con el rostro reconocible para exhibir el trofeo y acabar con la leyenda. Era un ejemplo peligroso por su vocación de liberar por las bravas al Tercer Mundo. La estrategia no tuvo éxito. El Ché sigue siendo un icono revolucionario muy poderoso. El sargento Mario Terán, según declaraciones del general Luis Reque a la revista ecuatoriana “Vistazo”, fue el encargado de ejecutar la orden dada por Torrez y Ovando quienes decidieron la muerte del Ché en una especie de consejo de guerra presidido por Barrientos y con la presencia de un representante de la Agencia Central de Inteligencia norteamericana. Reque apuntó también las impresiones del sargento ejecutor:

“Cuando llegué, el Ché estaba sentado en el banco. Al verme dijo: “usted ha venido a matarme”. Yo no me atrevía a disparar, y entonces él me dijo: “Póngase sereno, usted va a matar a un hombre”. Entonces di un paso atrás y disparé la primera ráfaga. El Ché cayó al suelo con las piernas destrozadas, se contorsionó y perdió mucha sangre. Yo recobré el ánimo y disparé la segunda ráfaga, que lo alcanzó en el brazo, en un hombro y en el corazón”.

A La Higuera se llega, desde Vallegrande, después de tres horas de viaje para recorrer 60 Km. por una infernal pista, con desprendimientos de tierra y piedras, regueros que, atravesando la calzada, forman barrizales y depresiones en varios puntos de la ruta, con la consiguiente dificultad para el vehículo que, en alguna ocasión, patina y los viajeros deben posarse para aligerar el peso. La Higuera es un pueblo pequeño, de cincuenta y cinco habitantes, presidido por un enorme monumento al Ché, con su busto y en la base escrito: “Tu ejemplo alumbra un nuevo amanecer.”

Un sendero estrecho, pendiente y serpenteante, lleno de arbustos y zarzas, lleva hasta un riachuelo. No hay señalización alguna, ni indicadores. El acceso de la carretera a la senda está oculto por unos ramajes. Una vecina de La Higuera es la que hace de guía, explicando, mientras camina, algún hecho, como el lugar donde vivía la enana que vendía cabritos a los guerrilleros. Justo, al cruzar el reguero y trepar por un muro, se encuentra una pequeña pradera y unos peñascos tras los cuales se refugiaban el Ché y otros compañeros. Allí, en la quebrada del Churo, fueron capturados, encadenados y apresados por los soldados “rangers”, entrenados con métodos especiales por instructores norteamericanos, que estaban bajo el mando del capitán Gary Prado Salmón.

El Ché, herido en una pierna, recorrió a pie, apoyándose en un soldado, los casi tres kilómetros que hay desde la quebrada del Churo hasta el pueblo de La Higuera, en la provincia de Vallegrande.

Cinco horas después de que el sargento ejecutor se aproximó al grupo de oficiales, se cuadró y dijo: “Cumplida la orden”, el cadáver del Ché Guevara era transportado sobre los patines del helicóptero a la localidad de Vallegrande. Allí, en el lavadero del Hospital de Malta fue depositado y mostrado por primera vez al pueblo y la prensa, para conocimiento mundial, los días nueve y diez de octubre de 1967. Sus ojos, abiertos, miraban a cada uno, cualquiera que fuese el ángulo en que éstos se colocasen.

Al Ché y al Chino los ultiman en la Escuelita. Los entierran en el extremo de una pista del antiguo aeropuerto, junto a los cinco guerrilleros capturados y asesinados también en los alrededores de La Higuera. Las siete lápidas, con sus nombres y nacionalidades, continúan en el mismo lugar, en el interior de un monumento construido en su memoria. El cuerpo del Ché fue exhumado para su traslado a Cuba, junto a los restos de otros guerrilleros.

Ché, su ejemplo y su lucha cobran fuerza cada vez mayor en el mundo. Sigue siendo un icono revolucionario muy poderoso. Sus ideas, su retrato, su nombre, son banderas de lucha contra las injusticias que sufren los oprimidos y los explotados, que han convertido en algo suyo la figura del Ché que encarna, en su forma más pura y desinteresada el espíritu internacionalista del mundo de hoy y, esperemos, que cada vez más al de mañana. Pocas veces en la historia, o tal vez nunca, una figura, un nombre, un ejemplo, se han universalizado con tal rapidez y fuerza.

Escribió poesía y trabajó en dos textos, uno sobre economía política y otro sobre filosofía, muy críticos ambos con los manuales que convirtieron el marxismo-leninismo en “una Biblia”. Elaboró un plan de estudios que pudiera servir de base para el estudio de la filosofía en Cuba y olvidar los textos soviéticos difíciles de digerir, “esos ladrillos que tienen el inconveniente de no dejar pensar”, -dijo.

Tenía una clara visión del socialismo. En sus textos refleja su convencimiento marxista, su radicalismo contra el capitalismo y la economía de mercado y su lucha para asegurar el éxito del socialismo. Antepuso sus ideales revolucionarios a su propia vida. Se mostró consecuente con sus ideas y estuvo siempre dispuesto a convertir lo que pensaba en acción, pero acción inteligente. Era intelectual antidogmático y este aspecto es poco conocido o no se quiere reconocer.

“Cada gota de sangre derramada,-dijo en su mensaje a la Tricontinental-, en un territorio bajo cuya bandera no se ha nacido, es experiencia que recoge quien sobrevive para aplicarla luego a la lucha por la liberación de su lugar de origen. Cada pueblo que se libere es una fase de la batalla por la liberación del propio pueblo que se ha ganado.”

Ché pensaba que la guerrilla de Bolivia fuese escuela de revolucionarios que harían su aprendizaje en los combates. A su lado quiso tener, para ayudarlo en esa tarea, junto a los bolivianos, un pequeño grupo de guerrilleros con experiencia, que habían sido casi todos compañeros suyos en la Sierra Maestra, durante la lucha revolucionaria en Cuba. De esos hombres ninguno vaciló en responder a su solicitud, ninguno lo abandonó y ninguno se rindió.

Ché actuó, en su campaña de Bolivia, con el tesón, la maestría, el estoicismo y la ejemplar actitud que le caracterizaban. Procedió en todo momento con un espíritu de responsabilidad irreprochable. En aquellas ocasiones en que la guerrilla cometía algún descuido, se apresuraba a advertirlo y enmendarlo, consignándolo en su Diario.

Varios factores adversos se juntaron en su contra. La separación de una parte de la guerrilla, perdido el contacto debido al terreno accidentado. El asma, que controlaba con sencillos medicamentos, devino en un problema serio por el hecho de que las medicinas que había acumulado para la guerrilla, fueron descubiertas y confiscadas por el enemigo. Ché, con voluntad de acero, se sobrepuso al malestar físico y, en ningún instante, su acción aminoró, ni decayó su ánimo.

Fueron numerosos sus contactos con los campesinos bolivianos. El carácter de éstos, sumamente cauteloso y desconfiado, no podía sorprender al Ché, que conocía bien su mentalidad por haberlos tratado en otras ocasiones, y sabía que para ganarlos a su causa se requería una labor prolongada, ardua y paciente, pero no albergaba ninguna duda de que, a la larga, lo obtendría.

Impresiona profundamente la proeza realizada por ese puñado de revolucionarios. La sola lucha contra la naturaleza hostil en que desenvolvían su acción constituye una insuperable página de heroísmo. Nunca en la historia un número tan reducido de hombres emprendió una tarea tan gigantesca. La fe y la convicción absoluta en que la inmensa capacidad revolucionaria de los pueblos de América Latina podía ser despertada, la confianza en sí mismos y la decisión con que se entregaron a ese objetivo, nos da la justa dimensión de estos hombres.

Ché dijo un día a los guerrilleros en Bolivia:”Este tipo de lucha nos da la oportunidad de convertirnos en revolucionarios, el escalón más alto de la especie humana, pero también nos permite graduarnos de hombres; los que no puedan alcanzar ninguno de estos dos estadios deben decirlo y dejar la lucha.”

Los revolucionarios de hoy tienen ante sí al poderoso enemigo imperialista, equipado con la técnica y la industria más moderna. Ese enemigo no solo organizó y equipó de nuevo un ejército en Bolivia, brindando el auxilio de sus armas y asistentes militares para la lucha contra la guerrilla, sino que aporta material técnico y militar a todas las fuerzas represivas de Latinoamérica. Y cuando no son suficientes esas medidas para conseguir sus objetivos, interviene directamente con sus tropas.

Para luchar contra ese enemigo, se requiere el tipo de revolucionarios y de hombres de que habló el Ché. Sin ese tipo de revolucionarios y de hombres dispuestos a hacer lo que ellos hicieron; sin el ánimo de enfrentarse a enormes obstáculos que ellos tuvieron; sin la decisión de morir que a ellos los acompañó en todo instante; sin la convicción profunda de la justicia de su causa y la fe inconmovible en la fuerza invencible de los pueblos que ellos albergaron, frente a un poder como el imperialismo yanqui, cuyos recursos militares, técnicos y económicos, se hacen sentir en todo el mundo, la liberación de los pueblos de este continente no sería alcanzada.

El pueblo norteamericano empieza a tomar conciencia de que la monstruosa superestructura política que rige su país no es ya la idílica republica burguesa que sus fundadores establecieron hace casi doscientos años. Están sufriendo, en un grado cada vez más alto, la barbarie moral de un sistema irracional, enajenante, deshumanizado y brutal, que cobra en el pueblo norteamericano cada vez más víctimas de sus guerras agresivas, sus crímenes políticos, sus aberraciones raciales, su mezquina jerarquización del ser humano y el repugnante derroche de recursos económicos, científicos y humanos de su monstruoso aparato militar, reaccionario y represivo, en medio de un mundo, en sus tres cuartas partes, subdesarrollado y hambriento.

Sólo la transformación revolucionaria de América Latina permitiría al pueblo de Estados Unidos ajustar sus propias cuentas con ese mismo imperialismo, a la vez que en la misma medida la lucha creciente del pueblo norteamericano contra la política imperialista podría convertirlo en aliado decisivo del movimiento revolucionario en América Latina.

El gesto del Ché y los que con él cayeron defendiendo sus ideas con coraje es el ejemplo que presidirá la lucha de los pueblos de América Latina, porque el grito heroico del Ché llegará hasta el oído receptivo de los pobres y explotados por los que él dio su vida y muchos brazos se tenderán para conquistar su definitiva liberación.

A primeros de octubre, casi coincidiendo con el cuarenta aniversario del asesinato del Ché, se supo que Mario Terán recuperó la vista gracias a un programa de salud cubano que ofrece tratamientos gratuitos de la vista en toda América Latina. La noticia se supo por casualidad, cuando el hijo de Terán, el sargento que acabó con la vida del Ché, escribió una carta a un periódico boliviano en agradecimiento a los médicos cubanos.

Parece ser que hay dudas sobre que los restos del Ché, exhumados en el antiguo aeropuerto de Vallegrande, en Bolivia, sean verdaderos. El Ché tenía que estar en La Habana antes del 26 de julio de 1997 para celebrar por todo lo alto el regreso a casa del hijo pródigo y dar un poco de moral a los cubanos. Era la orden de Fidel Castro. Que los restos no fueran los verdaderos tampoco sería importante. Después de todo, un mal menor.

Cerca del aeropuerto hay otro lugar, que fue fosa común, y ahora es recuerdo digno, de Tania – “¿Nada será mi nombre alguna vez?. ¿Nada dejaré en pos de mí en la tierra?. Al menos flores, al menos cantos.”- y otros guerrilleros. Allí florecen los rosales. En un enorme mural está escrito: “Es que cuando los hombres llevan en la mente un mismo ideal nada puede incomunicarlos, ni las paredes de una cárcel, ni la tierra de los cementerios, porque un mismo recuerdo, una misma alma, una misma conciencia y dignidad, los alientan. Fidel Castro”.

“Loyola me hizo muy buena impresión. Es muy joven y suave, pero se le nota una cabal determinación. Está a punto de ser expulsada de la juventud, pero tratan de lograr su renuncia”. Escribe el Ché, lo que antecede, en su Diario de Campaña, el veintiseis de enero de 1967.

Loyola sigue siendo suave. Y encantadora. Y con cabal determinación. Y sigue en su puesto. Un sábado, dieciseis de junio de 2007, en el Grand Hotel de Sucre, durante una pausa de su trabajo como miembro de la Asamblea Constituyente, cuenta Loyola Guzmán su encuentro con el Ché, en Ñacahuazú. Y, qué casualidad, en ese mismo hotel, estuvo alojado el Comandante, durante su etapa de guerrillero en Bolivia. Así lo atestigua una placa colocada en el patio ajardinado del Grand Hotel.

Loyola, sometida a prisión en dos ocasiones por luchar contra las dictaduras, la joven comunista que compartió la lucha del Ché en Bolivia hace una evaluación de aquella etapa y del presente de su país.

Cuando se encontró con el Ché, relata, ya llevaba tiempo en la lucha. Había empezado casi niña, desde los días de colegio, influida como el resto de sus compañeros de las Juventudes Comunistas, por el triunfo de la revolución cubana. Dispuesta a seguir al jefe guerrillero que “transmitía confianza y seguridad, hablaba con palabras claras, fijando los objetivos, opuesto a toda división entre los combatientes”, tomó como deberes controlar las finanzas de la guerrilla y el traslado de instrucciones para los cuadros destinados al trabajo urbano en la ciudad de La Paz.

En opinión de Loyola, al Ché se le valora hoy de distintas maneras en Bolivia. Entre las personas de su generación que en los años sesenta no supieron comprender e incorporarse al proyecto de lucha, hay arrepentimientos, lamentaciones porque, según reconocen, de haberse sumado, las cosas hubieran sido diferentes.

Para jóvenes que no lo conocieron, el Ché es un ídolo, un hombre valiente que tomó las armas para pelear; pero “quienes vivimos esa experiencia estamos en el deber de ampliarles la visión: el Ché fue mucho más, ahí está su pensamiento antiimperialista, sus concepciones del socialismo, su fidelidad, su compromiso con las causas justas”.

Bolivia, afirma Loyola, padece hoy males peores que los de los momentos en que se trató de cambiar la vida económica y social de la nación por medio de la lucha armada; la crisis se ha agudizado en todos los órdenes. Hay numerosos niños viviendo en la calle, no pocos atrapados por la droga, no se ha resuelto el analfabetismo ni la sanidad, creció el desempleo, la miseria y la emigración. Todas esas realidades nos deben ayudar a la unión de todos.

Loyola se enteró del asesinato del Ché, estando en la cárcel, por una foto en el periódico. El momento fue muy duro.

Sometida a prisión en dos ocasiones por participar en la resistencia contra las dictaduras de los generales Hugo Bánzer y Luis García Mesa, Loyola Guzmán también conoció el exilio. Nunca abandonó sus ideas. El ser humano –confiesa- siempre siente algo de miedo ante la tortura y la muerte, pero “cuando hay tantos compañeros muertos en la lucha, quién sale con vida no puede hacer otra cosa que seguir en su puesto”.

C H I Q U I T A N I A

En Concepción se encuentra la más grande de las misiones construidas por los jesuitas que, en su labor evangelizadora por el “Nuevo Mundo”, dejaron en Bolivia una huella imborrable de su paso. Las edificaciones se concentran en torno a una amplia plaza, con iglesia, cementerio, escuela, talleres y viviendas, comenzando su construcción en el año 1753.

La antigua Iglesia es, hoy en día, la Catedral del Vicariato Apostólico de Ñuflo de Chávez, nombre que viene del coronel español que fundó la ciudad de Santa Cruz.

Las portadas y las columnas están talladas en cuchi, una de las maderas más resistentes y duras del mundo. Las paredes están pintadas en amarillo fuerte como color base y toda una gama de ocres, rojos y negros.

Las orquídeas forman parte de la flora, con una importante variedad de especies. A mediados de octubre se celebra, en Concepción, llamado también “Santuario de la orquídea”, un festival dedicado a esa flor.

San Javier es la misión más antigua de Chiquitania. Fundada el 31 de diciembre de 1691 por el padre José de Arce, se llamó así en memoria del apóstol de las Indias, San Francisco Javier. Fue la que sentó las bases para la estructura de las demás.

Fue aquí donde se fundó la primera escuela de música de la región, de donde salieron maestros artesanos famosos por su construcción de violines, arpas y otros instrumentos.

San Javier es también un importante centro agrario y ganadero y la principal cuenca lechera de la zona. En los alrededores hay aguas termales. Bellos paisajes, caza, pesca, lagunas y ríos hacen que el lugar resulte agradable y apacible.

P O T O S I

Potosí es una de las ciudades más antiguas e interesantes de Bolivia, con huellas de la época de esplendor en su fabuloso pasado, reflejado en iglesias y edificios, calles estrechas y, dominándolo todo, Cerro Rico, horadado en sus entrañas por kilómetros de galerías donde se pierden, en sus socavones, muchos mineros.

En los comercios del Mercado de mineros se puede comprar hojas de coca, alcohol, cigarros, detonadores y cartuchos de dinamita para regalar a los mineros cuando se visita una galería y que ellos deben donar, una parte, al Tío, ese demonio, regente y amo de la mina que, según cuentan, “crearon” los españoles para obligar a trabajar a los indígenas.

A veces, la bocamina está salpicada de sangre y pueden verse pieles de llama secando en los tejados de las instalaciones. Son los restos de las ceremonias para calmar y honrar al Tío. Sacrifican unas llamas y se las ofrendan como acción de gracias y en señal de adoración.

En su sesenta y tres aniversario de fundación, la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (Fstmb), demandó que la Corporación Minera de Bolivia administre toda la cadena productiva y controle la explotación de los minerales. Plantearon que, por la exportación de minerales se beneficie el país y no sólo la burguesía transnacional o la empresa privada. Alertaron al Gobierno de no seguir dando privilegios a sectores que están en contra de la recuperación de los recursos en favor del Estado. Los dirigentes sindicales señalan que la Fstmb apuesta por el cambio que fue pregonado por años para derrocar y derrotar en forma definitiva con el sistema neoliberal impuesto desde los Estados Unidos. Es hora de terminar con un sistema que en más de veinte años entregó los recursos naturales a la “voracidad de las transnacionales”. Fruto de este tipo de políticas entreguistas, señalan, son la crisis económica y la falta de fuentes de empleo.

Hay dos formas de aprovechamiento del mineral en Bolivia. Los asalariados, que trabajan para la Corporación Minera y los cooperativistas, una cuadrilla que, con pico, pala, carretillas, cartuchos de dinamita y detonadores, todo adquirido por ellos, trabajan para los concesionarios de la explotación, normalmente al cincuenta por ciento. La mitad para el beneficiario y la otra mitad a repartir entre la cuadrilla. Para ellos no hay horarios, ni festivos, ni descansos.

Debido al alza del precio del mineral se imponen más impuestos a los cooperativistas que ven reducidos así sus beneficios. Pese a esto, consideran que, las autoridades nacionales, no pueden tomar en serio el pedido de hacer desaparecer el sistema cooperativo nacional que hacen los dirigentes del sector asalariado. Por el contrario, estos, solicitan que se elimine la presencia del cooperativismo minero ya que no responde a los criterios sociales y de desarrollo que requiere el país.

Se achaca a dirigentes sindicales la debacle que enfrentó la empresa estatal minera y como consecuencia los miles de trabajadores que quedaron en la calle cuando fracasó el sistema de producción de la Corporación Minera de Bolivia (Comibol).

La Casa de la Moneda inaugurada en 1773 es, desde 1930, Museo y Archivo Histórico de Potosí. La colección de Numismática abarca un período de 400 años de acuñación. Se conservan las laminadoras de metal llevadas desde España en 1750, y cuenta además con colecciones de platería, arquitectura en madera, arqueología, mineralogía, muebles, armas y arte moderno aparte de custodiar la mayor pinacoteca virreinal del país, entre la que sobresale el cuadro “La Virgen del Cerro”, del siglo XVIII.

H O J A D E C O C A

Bolivia es el tercer productor de coca, detrás de Colombia y Perú. Hay 27.500 hectáreas de cultivo de coca de las que son legales 12.000, destinadas al consumo tradicional y medicinal. Las legislaciones de Colombia y Perú no reconocen la legalidad de este cultivo. Bolivia tiene estimada una producción de noventa y cuatro toneladas de cocaína, sin tener en cuenta las 12.000 hectáreas de cultivo de arbusto de coca que están legalmente reconocidas.

El Estado reconoce al arbusto de coca originario y ancestral, como patrimonio cultural, recurso natural renovable de la biodiversidad de Bolivia y como factor de cohesión social. La revalorización, producción, comercialización e industrialización se rigen mediante ley.

Los mineros suelen mascar medio kilo de hojas cada día. También es habitual tomarla en infusión, como digestivo y relajante.

T I W A N A K U

En las míticas y enigmáticas ruinas de Kalasasaya, en Tiwanaku, cientos de personas reciben, desbordantes de alegría, y con los primeros rayos del sol, el Machaq Mara (Año Nuevo) 5515. Esa cifra es la suma de los 515 años desde la hecatombe iniciada en 1492 más los 5000 años que le precedieron. Para las culturas de esta parte del occidente del país, el veintiuno de junio, solsticio de invierno, marca el período de preparación de la tierra para las nuevas siembras y también para dar ofrendas a la Pachamama (Madre Tierra) por las buenas siembras, buenas cosechas y frutos que brinda la naturaleza.

Tiwanaku es uno de los complejos arqueológicos más antiguos del continente sudamericano y para los quechuas y aymaras es la ciudad sagrada indígena más importante de la región. En estas milenarias ruinas, cada veintiuno de junio se realizan ceremonias indígenas. En la madrugada aguardan a que el primer rayo de sol ingrese por la famosa Puerta del Sol.

Posee edificios construidos como observatorio astronómico. Debió de ser considerado como el centro del cosmos por quienes lo diseñaron y también por quienes adoraban a sus divinidades en aquel lugar.

Como ciudad arqueológica, Tiwanaku, a casi cuatro mil metros de altitud, representa un conjunto monumental de una importancia extraordinaria, aparte de la repercusión que su cultura tuviera en el ámbito del área andina.

U Y U N I

Al suroeste de Potosí aparece Uyuni, el punto de partida para un paseo por el fantasmagórico, hermoso y único Salar de Uyuni, considerada la costra salina más grande del mundo, con 10.582 kilómetros cuadrados de superficie y grandes reservas de litio, potasio, boro y magnesio. Situado a 3.650 metros de altitud, su aspecto es el de un inmenso desierto blanco.

La Isla del Pescado es la superficie de tierra más conocida y visitada dentro del Salar de Uyuni. Está llena, inexplicablemente, de cactus columnares de hasta diez metros de altura, que florecen en verano.

R E S E R V A E D U A R D O A V A R O A

En una altitud que oscila entre los cuatro mil y los seis mil metros se encuentra una hermosa región con extensas planicies y mesetas flanqueadas por el cordón volcánico de la Cordillera Occidental.

La fauna está representada por tres especies de flamencos, vicuñas, gatos andinos, suris, socas, chocas y diversas aves pequeñas.

La Laguna Colorada, de un impresionante color rojo que varía de tonalidad según la hora del día. Se trata del sitio natural más importante de la Reserva, que sobrecoge por su belleza.

La Laguna Verde, una gigantesca esmeralda a los pies del volcán Licancabur, justo en la frontera con Chile. Parece el fin del mundo. A la laguna se llega después de muchas horas de viaje por pistas y trochas. En el trayecto se encuentra el Volcán Ollague, vivo y humeante, géiseres, aguas termales y diversas lagunas.

Al norte de Laguna Colorada, en el desierto Siloli, emerge de la arena una caprichosa forma rocosa erosionada por el viento, que semeja un gigantesco árbol de piedra.

L A G O T I T I C A C A

En el espectacular y hermoso Lago Titicaca y en sus islas estableció, la cultura inca, sus más importantes centros ceremoniales.

Según la mitología inca, los hijos del Sol emergieron de las aguas del lago para fundar su imperio. No pudieron elegir un lugar más impresionante y majestuoso.

Rodeado por inmensas cumbres nevadas, este inmenso lago de color azul zafiro, se extiende sobre cientos de kilómetros entre Bolivia y Perú, a una altura de 3.800 metros, siendo el lago navegable más alto del mundo.

La Isla del Sol es uno de los grandes atractivos del lago. La vista es espectacular, con los eternos nevados de la Cordillera Real al fondo.

En la Isla de la Luna se encuentra el templo de las vírgenes del Sol, en el que se supone moraban las vestales nativas.

A M A Z O N Í A

Un crucero por los ríos Ibaré y Mamoré permite recorrer una inmensa área de selva tropical, deshabitada en su mayor parte y de incomparable belleza.

A ambos lados del río hay pequeños poblados, con escuela y minúsculo campo de deportes. Las últimas inundaciones obligaron a muchas familias a desplazarse a lugares más elevados, construir su vivienda y comenzar a desbrozar el terreno para los cultivos.

Los animales salvajes, también obligados por las aguas, invadieron las granjas y poblados, causando daños irreparables en los animales domésticos.

Abundan los caimanes y las anacondas. No es difícil contemplar bufeos o delfines de agua dulce, junto a las pirañas y los pacús.

A orillas del río Mamoré hay extensas playas de agua tibia y arena blanca que invitan al baño, a pasear en bote y a practicar la pesca.

E D U C A C I O N

En las futuras normas se pretende que la educación alcance la igualdad y se destierren los privilegios y, una vez vigente, se garantice la gratuidad y obligatoriedad para todos los bolivianos, en todos los niveles, con igualdad de oportunidades, sin discriminación social, cultural, lingüística ni económica.

Las universidades públicas no quieren ni oír hablar de controles, aunque aseguran que estarían dispuestas a alguna supervisión.

Sucre y La Paz son escenarios de choque entre universitarios, policías, partidarios de la intervención y contrarios a ella, con un saldo de varios heridos y detenidos.

El Comité Cívico de Potosí dio un importante paso para transformar la Universidad Autónoma Tomás Frías al elegir al rector y vicerrector en una asamblea popular que precedió a un enfrentamiento por el control del edificio central. El fin era aprobar un estatuto orgánico que permita la participación de los sectores sociales en un trigobierno con docentes y estudiantes. La Federación Universitaria Local también les encargó eliminar el nepotismo, incluso recurriendo a la destitución de las personas que trabajan en la Universidad y tienen relación de parentesco. La denominada “Asamblea del Pueblo” se realizó luego de una marcha multitudinaria de protesta. Los docentes y estudiantes que se denominan “autonomistas” se reunieron en el parque “10 de Noviembre” y rechazaron la elección del rector y vicerrector, saliendo en manifestación para recuperar el edificio. La situación duró hasta que los asistentes a la “Asamblea del Pueblo” se enteraron y llegaron hasta la Universidad encabezados por los mineros de San Lorenzo y Colquechaquita que hacían detonar cartuchos de dinamita. Con el resultado de ocho personas heridas en un breve enfrentamiento fueron expulsados del edificio central de la Universidad. Se cumple,- dicen,- la voluntad del pueblo, que pidió cambiar la Universidad.

Tras los violentos enfrentamientos, la población que participaba en la “Asamblea del Pueblo”, ingresó masivamente en el edificio de la Universidad donde dejó establecido que las dos nuevas autoridades elegidas son legítimas y tienen la finalidad de transformar la Universidad.

Las autoridades académicas gozaban de total autonomía, una autonomía que fue usada para encubrir malos manejos económicos y administrativos. Sólo en la Universidad de San Andrés hay sesenta y siete mil estudiantes registrados, los cuales se matriculan en un mismo lugar.

Algunas unidades académicas cobran hasta ochocientos bolivianos para el examen de ingreso a sabiendas de que, de los miles que se matriculan, sólo unos cientos podrán ingresar. La autonomía fue monetarizada. Quizá el fallo no esté en la autonomía, sino en las personas.

N A C I O N C A M B A

Pando, Beni, Santa Cruz y Tarija constituyen la Nación Camba. Quieren ser independientes, no formar parte de Bolivia, desde que Evo, un cocalero indígena, fue elegido presidente. Son ricos y blancos. No comprenden como se puede adorar a la Pachamama, la Madre Tierra, en vez de a Nuestro Señor Jesucristo.

La situación política en Bolivia no atraviesa por un buen momento. Rumores golpistas que, según el vicepresidente García Linera, serán vencidos por la conciencia democrática de los bolivianos. Linera reafirma a Bolivia como un Estado democrático, pese a los deseos retrógrados de quienes convocaron a las Fuerzas Armadas y a una resistencia civil.

En junio, los prefectos parlamentarios, constituyentes y cívicos de los departamentos de Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija, aprobaron un documento mediante el cual convocaron a la resistencia civil y llaman a las Fuerzas Armadas a cumplir su función constitucional, documento que el Ejecutivo identificó como una provocación.

Existen grupos de cívicos, principalmente de Santa Cruz, que no quieren autonomía, sino el enfrentamiento entre bolivianos.

La voluntad del Gobierno es garantizar, por todos los medios, los grandes acuerdos que permitan que, después de este momento de tensión, el país gane y tenga una Constitución Política del Estado para todos los bolivianos. El país no debe ser sólo para unos cuantos que siguen teniendo privilegios, sino también para los más pobres y excluidos, quienes deben tener participación en el nuevo Estado. Las dos grandes tareas de la Asamblea Constituyente son, resolver el tema del centralismo con un régimen autonómico y acabar con siglos de exclusión y discriminación de las mayorías indígenas.

Ningún país puede desarrollarse y lograr un cambio cualitativo sin reglas claras y permanentes que garanticen acciones, inversiones, tránsitos y procesos, dice el economista Saavedra.

Teresa Tuñón, Quirós, diciembre de 2007

Bibliografía:

- Diario de campaña del Ché.

- Internet.

- Diarios bolivianos.

- Folletos turísticos.

- El País.

- Guía Total.- Bolivia.

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